
Siempre el niño, amó los animales y sobre todo a Sultán,
corrían juntos por los parajes antiguos de la soledad,
una soledad que ahora es la gran valencia venezolana,
escuchaba aun sus ladridos en la copa de un guayabo
jugaban y reían juntos,
se defendían,
y mas de una vez nadaron juntos en el puerto y a las orillas del cabriales.
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